lunes, 9 de febrero de 2015



De repente el reloj sonaba al compás de Bob Dylan y tú me amabas una vez más en ese sofá gris bajo la silenciosa mirada de Amsterdam. En esas tres semanas me amaste cada minuto, en cada rincón de esa casa con vistas al canal. En cada recodo de la otra, helada. Y sólo en 80 cm de la tercera. Yo te sonreí cada segundo. En todas partes.


viernes, 24 de octubre de 2014

Arqueología subacuática

Como si acabásemos de experimentar un orgasmo y 
mi cerebro estuviese produciendo oxitocina, 
se encuentran mi cabeza y mi sexo gestionando un enamoramiento momentáneo. 
Pienso en tu cuerpo y en tu boca y sólo quiero recorrerte 
desde tu lado subacuático hasta tu montaña llena de cumulonimbus. 
Mis cirros se acumularían también hasta que descargásemos 
rayos y truenos. Cuando acabase la tempestad me tumbaría a tu lado
y no podría parar de besar esa sonrisa inocente y relajada.

viernes, 3 de octubre de 2014

Southampton


Cuando vio cómo la cantante le mandaba una sonrisa a Él desde el escenario, se le hizo un nudo en el estómago.  No podía parar de pensar si a pesar de que Él le había contado su historia de amor, o más bien de no amor con Ella, aquella noche después del whisky se habrían acostado entre guitarras con la excusa de ayudarle con las estrofas y las rimas. Él no tenía ni idea de música, pero era un buen novelista.


Ella estaba en la ciudad de visita y Él había insistido en ir a unos de sus pubs preferidos, tenía música en directo y había sido el primer bar al que había entrado cuando llegó a vivir allí. Además estaba cerca de su casa. Él no sabía o fingía no saber que Ella había leído la historia de aquella noche del mes de septiembre. Ella no quería decirle que después de un año no había podido contenerse y que con los ojos entreabiertos cual niño viendo una película de miedo, había accedido a los pensamientos que Él enviaba a la nube de la que Ella tenía la clave. Tampoco quería tener que aceptar que entre aquellos escritos había leído uno que no era para Ella, si no para un amor anterior que como el suyo no había llegado a ninguna parte. No quería tener que oír que la historia de la cantante tampoco hablaba de Ella. Tampoco que Ella no había sido su única amante (en su cuarta acepción de la RAE) y que en la cola de espera estaba también la cantante inglesa. Escucharon el concierto y sin decir una palabra, volvieron a casa. Ella durmió en el sofá.

lunes, 12 de agosto de 2013

Siempre bebían agua, natural.

Siempre bebían agua en las comidas. Como su historia conjunta tuvo lugar en Barcelona, natural, que para quien no haya convivido con las gentes de lengua catalana, significa a temperatura ambiente.
Desde la primera noche en que caminaron juntos a las 5 de la mañana por el Barrio Gótico se dieron cuenta de que esa no era la única coincidencia. En cada conversación descubrían una cosa nueva que tenían en común. La preferida de ella era la vergüenza infantil que ambos habían sentido cuando sus abuelas les sacaban a bailar pasodobles en las fiestas de sus respectivos pueblos, a cientos de kilómetros el uno del otro. La de él que ambos habían empezado a saborear el marisco desde hacía poco, así cuando en un restaurante aparecía la oportunidad ambos se miraban indecisos antes de pedirlo. Cuando parecía que ya había demasiadas coincidencias, siempre aparecía otra que les hacía mirarse a los ojos mientras sonreían embobados. ¿Tendrá tantas cosas en común con su novia, la oficial? pensaba ella.

 Dentro de la sincronía diferían, por supuesto, en ciertas cosas. La primera era que el superhéroe favorito de él era Batman, “es un complejo masculino” decía “porque es el único superhéroe que puede serlo solamente por tener mucho dinero”. Ella, que en ese momento empezaba a ser cada vez más anticapitalista y también era, eso de toda la vida,  fantasiosa, creía que podía darse una circunstancia anormal como la picadura de una araña  y que te convirtieras en Spiderman  y poder recorrer ciudades de edificio en edificio.
La otra gran diferencia también tenía que ver con el dinero. Él era doctorando en Economía y ella se dedicaba, en cuerpo y alma, a la arqueología, que de dinero poco sabe, salvo que en una ocasión había encontrado en el interior de un silo una moneda ibérica partida por la mitad. Él que pasaba 10 horas al día en un departamento, salvo cuando ella iba a visitarle por sorpresa, pensando en sistemas sociales en torno a sistemas económicos, pensaba que todas las relaciones sociales tienen un componente económico intrínseco. Ella que, junto  con su anticapitalismo incipiente, empezaba a sentirse, correlativamente, cada vez más comunista, creía en una sociedad en la que el dinero fuese una necesidad mínima. Eran los únicos momentos en que discutían. Aunque él en el fondo era un anarquista dentro de un sistema del que creía no podemos salir.

 Sin embargo, a parte de la economía y los superhéroes, tenían una diferencia que marcaría toda su historia, siempre desde un discreto segundo plano, como decía el profesor de Arte Contemporáneo de ella. Él tenía un compromiso amoroso ¿o acomodado? con una mujer extranjera.  Ella, la tercera en discordia, nunca aparecía en las conversaciones “si algún día decido amarte legalmente a ti, no quiero que esté presente su fantasma” decía él. Como si el amor supiera de leyes, pensaba ella.

 Así, tras pasar un trimestre compartiendo comida en restaurantes, conversaciones, sonrisas y un par de veces, cuando no podían aguantar más, besos y sudores desnudos. Él decidió que no quería seguir con los asuntos ilegales. Viajó a ese país centro europeo, y no volvió nunca más.

lunes, 21 de enero de 2013

“So, I guess we are who we are for alot of reasons. And maybe we'll never know most of them. But even if we don't have the power to choose where we come from, we can still choose where we go from there. We can still do things. And we can try to feel okay about them.” 
― Stephen ChboskyThe Perks of Being a Wallflower



domingo, 13 de enero de 2013

Por más que nos pille el estúpido de tu marido.
Quiero bailar un slow with you tonight.

Y aunque enamorarme de ti me lo tengas prohibido.
Quiero bailar un slow with you tonight.

[Slowly. Luis Eduardo Aute]


La vida es impredecible. Nunca sabes cuándo unos versos van a cobrar más sentido que nunca.