sábado, 15 de octubre de 2011
Edinburgh
Edinburgh es una ciudad de edificios bajos y chimeneas cuadradas que se recortan sobre un cielo, distinto a todos los que había visto antes. La luz que éste proyecta sobre la ciudad da a la piedra volcánica de los edificios un cierto tono dorado, especial. Los días nublados son templados y a nadie le preocupa que caigan unas gotas. La gente habla un inglés con un acento distinto al aprendido y difícil, pero sus rosadas caras tienen gestos amables. Su olor es una mezcla de mantequilla y comida india. No hay ducha y compartimos una habitación entre tres, pero somos felices en nuestra libertad compartida, en nuestro sueño hecho realidad.
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